El 31 de marzo Netfilix estrenó “13 Reasons Why”, una serie basada la novela “Por trece razones” de Jay Asher. La historia narra sucesos que se desencadenan a partir del suicidio de una adolescente (Hannah Baker) y relacionados con cintas de audio que ella misma grabó antes de morir haciendo referencia a las presuntas causas que la impulsaron al acto suicida.
El temor que despierta este tipo de historias es el efecto de imitación de la conducta suicida o efecto Werther, llamado así en referencia al personaje de una novela de Goethe. Frente a estos casos siempre se presenta el dilema de si es lícito censurar o reglar la creación artística. La Organización Mundial de la Salud emitió un documento sobre el tratamiento del tema del suicidio en los medios de comunicación, que da recomendaciones sobre cómo comunicar noticias reales que involucran suicidios, pero no hace referencia a casos ficticios; aunque la historia nos muestra que la ficción tiene tanto poder como la realidad a la hora de generar efectos imitativos y el caso Werther es sólo un ejemplo.
Por otra parte, también tenemos que decir que expresiones artísticas basadas en historias sobre el suicidio (como “#malditos 16” en España o “Autopsia a un copo de nieve” en México) fueron usadas con éxito en programas de prevención del suicidio, especialmente en adolescentes. En estos casos, más que reglar la expresión artística, lo que se buscó fue proveer a los espectadores de un entorno e información adicional que le permitiera re-significar lo que veían en forma positiva. En este sentido creemos que es de vital importancia el papel de los padres al promover un diálogo franco con sus hijos sobre lo que ven, escuchan y leen en los medios.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.