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Alberto Fernández Mateos

“Mi obra maestra”: Una película sobre la amistad, el suicidio y las vueltas de la vida


No es fácil tratar el tema del suicidio en la ficción. Es probable caer en lugares comunes o en el sentimentalismo frívolo. Por otra parte, siempre está el miedo de que un tratamiento inadecuado induzca a suicidios por imitación. La OMS y otras organizaciones que se dedican a la prevención del suicidio indican claramente cuáles son los cuidados que deberían tomarse, pero, en general, los realizadores ignoran estas recomendaciones, tal vez buscando un golpe de efecto, o directamente prefieren no tocar el tema del suicidio en sus producciones. Este no es el caso de “Mi obra maestra”.

La genial realización de Duprat, protagonizada por Luís Brandoni y Guillermo Francella, no deja de ser una comedia desopilante por momentos descabellada, pero tiene la virtud de mezclar las miserias humanas con la alegría de vivir con total desparpajo, como en la vida misma.

Pese a lo fantasioso del argumento, la decadencia del protagonista y su ideación suicida resultan perfectamente verosímiles, como también resulta verosímil la recuperación desde el vínculo de amistad.

Una obra con personajes muy reales, que no son perfectos, y ni siquiera buenos, que no son coherentes y juntan ganas de vivir con pensamientos de muerte, pero se permiten la amistad y ese vínculo los engrandece.

Por sobre todo, “Mi obra maestra” demuestra que se puede tratar el tema del suicidio en la ficción sin apelar al sensacionalismo ni al facilismo argumental. No se muestran escenas explícitas, no se justifica el pensamiento suicida con supuestas “causas” simplistas, no se le asigna al posible suicidio ningún fin altruista. Por el contrario, se muestra el suicidio como una más de las miserias humanas precedida por el fracaso, el aislamiento, la soledad, el sentimiento de inutilidad y la falta un proyecto o visión de futuro. Pero muestra también cómo el acercamiento al otro puede cambiar todo esto y dar vuelta la vida hacia una realidad que nunca conoceremos si no estamos ahí para vivirla.

“Mi obra maestra” además de ser una obra valiente que nos habla del suicidio sin tapujos, es también un mensaje de esperanza. Nos dice que cuando todo está perdido, todo puede cambiar, y que la llave a una nueva realidad siempre es el otro. Sólo tenemos que aprender a pedir ayuda.

 

Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.

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