Quienes asistimos a personas en crisis desde nuestra línea de asistencia al suicida, nos encontramos con mucha frecuencia ante situaciones de duelo. No me refiero aquí solamente al duelo por la pérdida de un ser querido sino al que produce cualquier pérdida importante en nuestras vidas: una separación, quedar desempleado, ser traicionado por un amigo o muchísimas situaciones más.
En ocasiones, lo único que podemos hacer frente al dolor que generan estas pérdidas es escuchar y contener; que no es poco, ya que el proceso de duelo requiere de una profunda reflexión sobre la pérdida y una conexión directa con el dolor, como paso previo para adaptarse a un escenario nuevo. En este sentido, también suele ser útil conocer experiencias de otras personas, cómo vivieron sus propias pérdidas y qué ideas los ayudaron a seguir adelante, sin que esto pueda ser tomado como regla, ya que cada dolor humano es único e intransferible por lo que, inevitablemente, cada cual deberá encontrar su camino, y los demás solo podremos acompañar.
Entre los numerosos relatos sobre experiencias de duelo me pareció ilustrativo el breve cuento de Emily Kingsley Bienvenidos a Holanda en el que, desde la alegoría de un viaje familiar soñado, nos muestra su dolor y su proceso de superación, en un duelo que paradójicamente no se origina en una muerte sino en un nacimiento.
Me pregunto si la alegoría de la situación inesperada y la necesidad de adaptarse a un nuevo contexto, en lo posible descubriendo todo lo bueno y lo maravilloso que seguramente trae consigo, es aplicable a todas las situaciones de duelo. Es cierto que el nacimiento de un hijo con discapacidad es un duelo muy particular porque, frente al dolor por las ilusiones perdidas, está ese niño de carne y hueso que requiere nuestro cuidado y nuestro afecto. En este caso, superar el dolor es perentorio porque hay alguien que nos necesita. ¿Y en todos los demás casos? ¿No estamos nosotros mismos que necesitamos seguir con nuestras vidas? ¿No están nuestros seres queridos que también nos necesitan? ¿No hay experiencias que aún nos quedan por descubrir?
Como dice Emily, el dolor tal vez nunca desaparezca, pero Ámsterdam puede ser una ciudad tan bella como Venecia.
Si usted está atravesando por situaciones de duelo y siente que necesita hablar sobre el tema, puede llamar la nuestra línea de asistencia a personas en crisis o con ideación suicida.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.