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esde el año 2015, varias organizaciones en todo el mundo proponen el día 30 de marzo como día mundial del trastorno bipolar con el objeto de concientizar a la población y evitar el estigma social de la enfermedad permitiendo que cada vez más pacientes accedan a los recursos disponibles para llevar vidas estables, felices y seguras y, en nuestro caso en particular, para prevenir el riesgo de suicidio asociado al trastorno bipolar no tratado o con tratamiento deficiente. En este sentido, lo primero es que todos entendamos de qué se trata el trastorno afectivo bipolar.
Todos tenemos variaciones en nuestro estado de ánimo, pero, para las personas que sufren de trastorno afectivo bipolar estas variaciones pueden ser mucho más intensas al punto de convertirse en origen de problemas y sufrimiento. Estas personas alternan períodos de ánimo relativamente estable con fases depresivas y fases maníacas.
Las fases maníacas no necesariamente resultan desagradables para la persona afectada que puede mostrarse más optimista, más entusiasta, más seductora, realmente puede ser más lúcida y productiva, llegando en algunos casos a la genialidad; pero en este estado también puede tomar decisiones arriesgadas o sin fundamento con graves consecuencias para su salud, sus relaciones o su patrimonio.
El precio de toda esta euforia es, además de las pérdidas mencionadas, el subsiguiente estado depresivo caracterizado por el desgano, la inactividad, el pesimismo y, con frecuencia, un profundo sentimiento de culpa por las decisiones tomadas en la fase maníaca; pudiendo dar origen a pensamientos suicidas.
De hecho, la incidencia del suicidio en personas que sufren trastorno afectivo bipolar es mucho mayor que para la población en general (hasta 22 veces mayor según algunos estudios), por eso es tan importante el diagnóstico temprano y el adecuado tratamiento. Cuando esto se logra, el pronóstico de la enfermedad es muy bueno, ya que la medicina cuenta con recursos variados y efectivos para tratarla. Sin embargo, ambos, diagnóstico y tratamiento, pueden resultar problemáticos.
No se conoce una prueba objetiva de diagnóstico como podría ser un análisis químico o una imagen, por lo que el médico sólo cuenta con el relato del paciente, cuya evaluación de los hechos podría ser muy subjetiva. Además, los pacientes normalmente concurren a la consulta cuando se sienten mal, esto suele ser en las fases depresivas, y sólo le hablan al médico de esta fase omitiendo síntomas importantes para el diagnóstico que podrían resultar “normales” desde la visión subjetiva de quien los sufre. Estas personas pueden ser diagnosticadas erróneamente por depresión y suelen abandonar el tratamiento no bien la fase depresiva termina.
Incluso para los pacientes que reciben el diagnóstico correcto, este puede ser difícil de aceptar. El trastorno bipolar tiene “mala prensa”, si bien muchas personalidades célebres de nuestra cultura lo han sufrido, más comúnmente se lo asocia con la psicosis y la locura, por lo que la palabra “bipolar” suele ser un estigma rechazado. Además, la propia variabilidad de ánimo que caracteriza la enfermedad hace que muchos pacientes elijan dejar el tratamiento, especialmente en sus fases maníacas. No olvidemos que una parte de la enfermedad puede resultar muy agradable; los pacientes pueden “extrañar” ese estado de euforia y optimismo, y sentir que “no son ellos mismos” cuando toman la medicación. Incluso los pacientes que logran una buena estabilización de su estado de ánimo gracias a la medicación, pueden pensar que ya no la necesitan rechazando el recurso que sostiene sus logros.
Los pacientes y los familiares deben ser conscientes de estos problemas y desafíos para poder superarlos. El tratamiento no debe limitarse a lo farmacológico. También es necesaria la psico-educación, para poder detectar los síntomas precoces de una fase maníaca o depresiva y actuar en consecuencia, pudiendo ser muy útil para ello la ayuda de un terapeuta. Otro pilar fundamental del tratamiento es el apoyo grupal. La familia puede ayudar si llega a entender la naturaleza de la enfermedad (lo cual no es fácil) y está dispuesta a hacerlo, pero pueden resultar más efectivos los grupos de ayuda mutua, integrados por personas que se enfrentaron y se enfrentan a los mismos desafíos que el paciente.
Para más información y grupos de ayuda mutua ingrese en la página de la Fundación Bipolar Argentina: http://fubipa.org.ar/
La vida de una persona con trastorno afectivo bipolar puede ser tan plena y satisfactoria como la de cualquiera, sólo es cuestión de encarar el tratamiento con convicción y responsabilidad.
Independientemente del tratamiento que se esté siguiendo o que se siga en el futuro, cuando la enfermedad produce pensamientos suicidas es importante atender la urgencia buscando ayuda y contención inmediata para evitar acciones impulsivas irreversibles. Podría ser útil contactarse con un profesional que conozca el caso, un familiar o un amigo que estén dispuestos a escucharnos o, por supuesto, nuestra línea de prevención del suicidio 135.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.