Reflexiones sobre el suicidio de Isaac Kappy
Seguramente Isaac Kappy se equivocó muchas veces en su vida, como todos lo hacemos. Tal vez sus errores fueron particularmente graves y les causaron dolor a muchas personas, como el mismo afirma en su última carta. Lo que es seguro es que el suicidio no reparó ninguno.
El actor conocido por sus papeles en Breaking bad y Thor dice no haber sido una buena persona, vendió droga, traicionó a sus seres queridos y deterioró su cuerpo con tóxicos.
La culpa es uno de los sentimientos que con mayor frecuencia refieren las personas con pensamientos suicidas. Sentirse culpable es también uno de los estados emocionales más temidos. Esto resulta útil en la regulación del comportamiento social, en especial cuando se busca evitar una culpa futura y con solo imaginarla el sujeto decide no actuar en forma censurable. Pero cuando la culpa sobreviene a posteriori, y por actos que no tienen vuelta atrás, se convierte en una tortura que puede llegar a un nivel insoportable, al punto de llevar a la persona a pensar en el suicidio.
El sentimiento de culpa nos exige la reparación por aquello que hicimos mal; pero reparar, casi siempre, implica volver el tiempo atrás. Así la culpa puede convertirse en una prisión de la que pareciera imposible escapar y donde los "hubiera" nos castigan cada minuto de cada día. La culpa es irracional, podemos sentirnos culpables cuando en realidad no lo somos realmente. En el caso de Kappy, los actos terribles de los que él mismo se acusó, tal vez, fueron consecuencia de su adicción a las drogas. Pero la culpa no es un tribunal que escucha argumentos lógicos y, pese a ellos, sigue exigiendo esa reparación. Sin embargo, las personas que lograron salir del laberinto de la culpa nos dicen que reparar es posible. Por eso decimos que el suicidio de Kappy fue un error.
No podemos cambiar el pasado, claro está, pero la culpa tampoco exige tanto, desde la lógica irracional del sentimiento cualquier reparación es válida. Así, Kappy podría haber buscado ayuda para desintoxicar su cuerpo y luego usar su historia personal y su popularidad para ayudar a salir de la droga a otras personas que, como él, se ven arrastrados por sus adicciones a cometer actos de los que tal vez luego se arrepientan. Si así lo hubiera hecho, sus acciones no solo hubieran sido útiles a la comunidad sino que también le hubieran servido a él para recuperar su autoestima y volver a sentirse “una buena persona”.
Siempre hay una respuesta que podemos dar frente a nuestras decisiones erróneas del pasado. Y es esta responsabilidad (capacidad de dar una respuesta) lo que nos permite superar la culpa. Lamentablemente, Isaac Kappy no lo aprendió a tiempo y esto lo llevo a cometer el peor error de su vida, el único que no admite respuesta ni reparación, ya que la muerte marca el límite de nuestra capacidad para responder. Pero su historia y su trágico final deben servirnos a todos para reflexionar sobre cómo procesamos nuestros propios sentimientos de culpa desde la responsabilidad para transformarlos en acciones positivas para los otros y para nosotros mismos.
Si usted también se siente atrapado por la culpa y necesita seguir reflexionando sobre estos temas, no dude en llamar a nuestra Línea de Asistencia a Personas en Crisis o en Riesgo de Suicidio.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.