Cuando el profesor Robert Waldinger hace esta pregunta a sus alumnos las réplicas más frecuentes son dinero o fama. Por supuesto, él conoce la respuesta correcta. Waldinger dirige, en la universidad de Harvard, el estudio longitudinal sobre desarrollo humano más completo y prolongado que se haya realizado. También es psiquiatra, psicoanalista, sacerdote zen, un entusiasta conferencista, y además dice saber qué se necesita para ser feliz.
No es dinero, ni fama, ni poder, ni la búsqueda permanente de experiencias nuevas. Vivimos rodeados de ejemplos notorios que nos dicen que estos caminos no conducen a la felicidad. El seguimiento durante toda una vida de decenas personas por parte de un equipo de investigadores que tuvo que irse renovando a medida que ellos mismos envejecían y se retiraban nos puede brindar conclusiones más realistas. Y el profesor Waldinger las resume en pocas palabras:
Lo importante para mantenernos felices y saludables a lo largo de la vida es la calidad de nuestras relaciones
"Una relación de buena calidad significa una relación en la que te sientes seguro, en la que puedes ser tú mismo. Claro que ninguna relación es ideal, pero esas son cualidades que hacen que la gente florezca", nos aclara el profesor Waldinger.
La pregunta que sigue es: ¿qué le queda a las personas que no tienen la suerte de contar con ese tipo de relaciones? Sin embargo, no se trata de suerte. Las personas que desarrollan relaciones de calidad a lo largo de sus vidas trabajan para ello. Por empezar entrenan habilidades sociales, de las cuales, la tolerancia es tal vez la más importante. No podemos pretender ser aceptados como somos si no actuamos con reciprocidad. Las concepciones idealistas del amor o la amistad no hacen más que conspirar contra el desarrollo de buenas relaciones. Somos humanos y en función de eso no deberíamos exigir perfección ni en nosotros mismos ni en quienes nos acompañan.
Pero es mucho más lo que podemos hacer para mejorar la calidad de nuestros vínculos y ser más felices. Para que la vida adquiera significado todas nuestras acciones deben tenerlo. Waldinger nos invita a preguntarnos: "¿Estoy haciendo cosas que tienen un significado para mí? ¿Estoy haciendo cosas que me hacen sentir que importo en el mundo?” Ya sea que seamos gerentes de una empresa multinacional, cajeros en un supermercado o le enseñemos matemática a nuestro hijo, nuestra actitud de servicio hará la diferencia. Si sentimos que lo que hacemos es importante para nosotros, para las otras personas o para la comunidad podremos vernos de otra forma a nosotros mismos y al mundo, nuestras relaciones mejorarán y seguramente seremos más felices.
Los que trabajamos en la prevención del suicidio sabemos que la felicidad, que no se trata de estar contento todo el tiempo sino de ese sentimiento más profundo de satisfacción con la propia vida, no es solo una cuestión de confort. Llega a ser cuestión de vida o muerte. Especialmente en un mundo donde crece el individualismo y las relaciones humanas se vuelven contingentes y superficiales al tiempo que las tasas de suicidio llegan a valores alarmantes. Por eso, la difusión de estos estudios es importante, para entender la situación, para orientar a las personas que han llegado a sufrir ideación suicida, casi siempre con un grave deterioro en su dinámica vincular, y para reafirmar nuestra lucha por una sociedad mejor en la que las relaciones se jerarquicen y se profundicen, y en la que el otro nos importe.
Si usted siente que los conflictos en sus relaciones no le permiten ser feliz y necesita hablar sobre ello, no dude en llamar en forma confidencial anónima y gratuita a nuestra Línea de Asistencia al Suicida.
Las opiniones vertidas en estas notas no necesariamente reflejan posturas oficiales del Centro de Asistencia al Suicida y se publican bajo exclusiva responsabilidad de sus autores.
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